Hoy comienza en todo el territorio español la aplicación de la prevista prueba para evaluación individualizada a todos los alumnos y alumnas al finalizar el tercer curso de Educación Primaria, en la que se comprobará el grado de dominio de las destrezas, capacidades y habilidades en expresión y comprensión oral y escrita, cálculo y resolución de problemas en relación con el grado de adquisición de la competencia en comunicación lingüística y de la competencia matemática. De resultar desfavorable esta evaluación, el equipo docente deberá adoptar las medidas ordinarias o extraordinarias más adecuadas.
De acuerdo con la LOMCE habrá otras pruebas al final de la Educación Primaria y reválidas en Secundaria Obligatoria y Bachillerato. Todos estos exámenes determinarán el futuro del alumnado y, como ya está demostrado por numerosas investigaciones, aquellos que iniciaron sus estudios afectados por condiciones socioeconómicas y culturales más precarias verán limitadas sus posibilidades de continuar estudios a consecuencia de esta selección que tanto gusta al actual Gobierno de España.
Desde otro punto de vista, este inusitado y creciente interés por los exámenes y ránkings entre centros educativos tiene consecuencias perniciosas sobre el trabajo diario del profesorado, ya que, salvando todas las excepciones que pudieran existir, incitará más a la preparación del alumnado para dar respuesta a los exámenes, que a su formación profunda. De esta manera los estudiantes aprenderán desde muy jóvenes a responder a preguntas en exámenes, dejando a un lado el gusto e interés por el conocimiento en sí mismo. El objetivo será aprobar, no aprender.
El modelo anglosajón de proliferación de exámenes que el Ministerio de Educación quiere introducir en el Sistema Educativo no tiene justificación alguna, salvo que se pretenda formar muy bien a una élite favorecida por sus condiciones socioeconómicas de partida y condenar a los más desfavorecidos a una mínima formación y posterior trabajo poco cualificado.
Algunas voces de profesores universitarios de Pedagogía que se oyen estos días en los medios de comunicación alabando estos procedimientos como medidas de mejora cualitativa del Sistema Educativo, estarían demostrando que el sistema de acceso del profesorado a la Universidad es, cuando menos, nada excelente, por no aplicar otros calificativos.