El efecto Pigmalión en la escuela
Cuando
lo que alguien espera de otro, termina por cumplirse, ese es en esencia el
significado de la profecía autocumplida.
Quizás más conocido como efecto Pigmalión
(en referencia al mito griego del mismo nombre), se empezó a utilizar en
Psicología Social a partir de una investigación realizada en el ámbito
educativo de Estados Unidos por Rosenthal y Jacobson en el año 1964, cuyos resultados
se dieron a conocer en 1968, estando disponible ahora en lengua inglesa en
edición de 1992[1],
traduciéndose y editándose por primera
vez al español en 1980[2].
Tal
investigación, diseñada con el objetivo de comprobar si la influencia de las
expectativas favorables de los profesores, por sí mismas, inducían un aumento
significativo en el rendimiento de los alumnos, consistió básicamente en un
experimento en el que se pasó un test de inteligencia a todos los alumnos de
una escuela, cuyos resultados se comunicaron a los profesores de manera
aleatoria, es decir, la información no correspondía al resultado real de cada
alumno, a la vez que se les aseguró que aquellos alumnos con mejores resultados
en el test mejorarían significativamente en los meses siguientes. El test se
repitió a los seis meses y a los dos años. El resultado final fue que el
conjunto de alumnos mejoró, pero el 47 %
de los que se atribuyó buenos resultados (al azar) mejoraron 20 puntos de CI,
mientras que del grupo de alumnos a los que no se atribuían buenos resultados
solo el 19 % mejoraron 20 puntos.