Las expectativas de los padres
Las
expectativas de los padres sobre los hijos, en lo que se refiere al progreso en
los aprendizajes, tienen un efecto claro y comprobado desde hace mucho tiempo,
tanto en su aspecto positivo como negativo. Es lo que se conoce como la profecía autocumplida o también como el efecto Pigmalión. Dicho de otra manera,
cuando alguien significativo para un escolar, en el caso que nos ocupa, los
padres (también ocurre con el profesorado), mantiene un alto grado de confianza
y esperanza en el logro de objetivos de aprendizaje, existen muchas más
posibilidades de que así ocurra que cuando el nivel de lo que se espera es bajo
o inexistente. Esto es especialmente cierto en las edades correspondientes a
Educación Primaria y Secundaria Obligatoria
Naturalmente
esta afirmación no funciona de manera automática, ocurre en términos generales
y siempre acompañada de otras circunstancias favorables. Un exceso de confianza
puede terminar en una gran frustración por imposibilidad de cumplimiento y
finalmente en rotundo fracaso. Es necesario buscar el equilibrio que, a veces,
es tan difícil de encontrar.
Un grado
de confianza adecuado suele ir asociado a una actitud comprensiva, a una
exigencia prudente y a un refuerzo positivo cuando el esfuerzo o el propio
aprendizaje son considerados adecuados. Y este proceso, a su vez, induce en los
escolares la construcción mental de un autoconcepto positivo y ajustado que
retroalimenta el proceso previo, provocando todo ello mayor grado de
motivación.