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jueves, 26 de febrero de 2015

FACTORES DE CALIDAD EDUCATIVA. Influencia familiar en el éxito escolar (III)

Las expectativas de los padres

Las expectativas de los padres sobre los hijos, en lo que se refiere al progreso en los aprendizajes, tienen un efecto claro y comprobado desde hace mucho tiempo, tanto en su aspecto positivo como negativo. Es lo que se conoce como la profecía autocumplida o también como el efecto Pigmalión. Dicho de otra manera, cuando alguien significativo para un escolar, en el caso que nos ocupa, los padres (también ocurre con el profesorado), mantiene un alto grado de confianza y esperanza en el logro de objetivos de aprendizaje, existen muchas más posibilidades de que así ocurra que cuando el nivel de lo que se espera es bajo o inexistente. Esto es especialmente cierto en las edades correspondientes a Educación Primaria y Secundaria Obligatoria
Naturalmente esta afirmación no funciona de manera automática, ocurre en términos generales y siempre acompañada de otras circunstancias favorables. Un exceso de confianza puede terminar en una gran frustración por imposibilidad de cumplimiento y finalmente en rotundo fracaso. Es necesario buscar el equilibrio que, a veces, es tan difícil de encontrar.
Un grado de confianza adecuado suele ir asociado a una actitud comprensiva, a una exigencia prudente y a un refuerzo positivo cuando el esfuerzo o el propio aprendizaje son considerados adecuados. Y este proceso, a su vez, induce en los escolares la construcción mental de un autoconcepto positivo y ajustado que retroalimenta el proceso previo, provocando todo ello mayor grado de motivación.

 Esta reflexión tiene su correlato fisiológico. La investigación neurofisiológica de los últimos años, fundamentalmente a través del procedimiento de resonancia magnética, ha demostrado que determinados estímulos comprendidos en la categoría emociones llegan al sistema límbico del cerebro antiguo (especialmente a la amígdala) provocando la generación de dopaminas, sustancias que promueven satisfacción y bienestar, promoviendo en las personas la repetición de las conductas que lo causaron.
Aunque la mayor parte de la investigación al respecto se ha llevado a cabo en centros educativos y referida a la relación entre profesorado y alumnado, el hecho es que se ha probado también, aunque por medios más indirectos, que las expectativas de los padres contribuyen al éxito. Otra cosa es la dificultad de cuantificar, en uno y otro ámbito, la aportación efectiva que esta variable tiene en el susodicho logro escolar, dificultad que viene dada por la interacción con otras numerosas circunstancias que concurren en cada situación.
Señalaremos a continuación algunas investigaciones y/o textos donde el lector podrá encontrar información más amplia.
El experimento que más impacto ha tenido al respecto fue el realizado por Rosenthal (profesor de psicología en las universidades de California y Harvard) y Jacobson[i] en 1966, consistente en el paso de un test de inteligencia a 18 clases una escuela de F.P. Sin corregirlo, Rosenthal seleccionó un 20% de alumnos de cada clase y dijo a los profesores que ese 20% era superior y obtendrían mayores calificaciones. A final de curso habían mejorado respecto a sus compañeros en varios puntos su cociente intelectual. Ello es debido a que cuando se espera más de una persona se produce un clima emocional mayor con ella, inconscientemente se le ofrece más formación, se le exige más y se le dan más oportunidades para hacer preguntas y consultas.
Posteriormente otros autores han investigado y escrito al respecto, así Gimeno Sacristán[ii] (1976) en España con una muestra de 1.400 alumnos entre 10 y 16 años estudió la relación entre la autoimagen académica y el rendimiento escolar posterior, encontrando una correlación de 0,65 (equivalente aproximadamente a un 42 %). Esto indica que existe relación, no que sea la causa del resultado.
El Instituto Nacional de Ciencias de la Educación[iii] (1976), en un trabajo que fue Primer Premio del INCIE a la Investigación Educativa, realizado con 374 alumnos de 12 y 13 años de centros educativos de Madrid, obtuvo, entre otros resultados, una correlación de 0,70 (aproximadamente 49 %) entre  expectativas del profesor y rendimiento.
El Instituto de Evaluación (2011) llevó a cabo una evaluación externa del rendimiento educativo de los alumnos de 2º de ESO en todo el Estado Español, encontrando que los alumnos con más altas expectativas consiguen puntuaciones superiores.
Goleman[iv] (1997), en su libro (best seller mundial) Inteligencia Emocional da abundantes referencias relativas a la relación entre autoconcepto, expectativas (cita a Rosenthal) y rendimiento.
Marchesi y Martín[v] (2002) en una investigación sobre rendimiento del alumnado de ESO, mencionan, entre otras conclusiones, que las expectativas de los padres son uno de los factores de éxito escolar.
Martín del Buey y Romero[vi] (2003) en otro estudio con 210 alumnos de ESO, comprobaron que en la medida que el alumno percibe o cree, respecto a su capacidad, que le va a ser fácil aprobar, el rendimiento se incrementa de forma significativa.
Baños[vii] (2010) relata varios casos reales en que ha podido comprobar el efecto Pigmalión en alumnado de Educación Primaria y añade que en el ámbito familiar puede suceder el mismo efecto que en la escuela tratando como mejores, más capaces e inteligentes a los hijos, dedicándoles más tiempo y diciéndoles en público y en privado lo que se les valora.
El informe PISA[viii] 2009 en el apartado Variación del Rendimiento del Alumnado señala que el nivel de rendimiento depende, entre otros factores, de la confianza que depositan su familia, sus profesores, el centro y el propio sistema, en el alumno.
En la edición de PISA 2012[ix] (p. 156), en el apartado  Ansiedad, autoconcepto y autoeficacia del alumno hacia las matemáticas se dice que “el rendimiento en esta materia se debe, en parte, a la percepción de los alumnos sobre sí mismos como estudiantes en esa materia ... La confianza del alumno en sí mismo tiene por tanto un impacto en su proceso de enseñanzaaprendizaje”.
Seguramente son suficientes muestras para entender, por un lado, la interrelación existente entre expectativas y autoconcepto, y por otro, que las expectativas de los adultos, padres o profesores, favorecen en alguna medida el éxito escolar de los hijos / alumnos.
Y dicho esto, se preguntarán los padres, ¿qué podemos hacer? ¿podemos cambiar, en sentido positivo, los resultados de nuestros hijos? Pues bien, en primer lugar una frase de aliento, siempre podemos cambiar para mejorar si nos lo proponemos. Sin embargo, no conviene minusvalorar las barreras. La más fuerte, desde mi punto de vista, es que los esquemas mentales, las actitudes, el tipo de pensamiento, de las personas adultas, han ido conformándose a lo largo del tiempo, se encuentran muy consolidadas, y si no están ya en línea con los principios de actuación descritos, es difícil cambiarlos, aunque no imposible. Claramente, no existen milagros, se requiere convicción, tiempo y entrenamiento.
Según la profesora de Psicología de la UNED de Madrid, Alba García Barrera[x], lo que digamos a los niños y adolescentes acerca de sus capacidades y habilidades va a influir directamente sobre lo que se consideren capaces de hacer. Por eso debemos motivarles y elogiar sus capacidades y así, si se además sienten interés por la tarea, será probable que alcancen sus metas. Y propone el siguiente guión de actuaciones que, al estar de acuerdo, hago mío y copio:
Ø  Potenciar la autoestima:
-       Aceptar y respetar al niño.
-       Reconocer sus posibilidades y limitaciones.
-       Crear un ambiente agradable y de confianza.
Ø  Potenciar la comunicación:
-       Mediante la pregunta y la escucha. Nos conviene preguntar para mantener un clima de seguridad y confianza imprescindible llegada la adolescencia. Y escuchar de forma activa, claro: Debemos mostrarle que realmente le estamos escuchando y que nos interesa lo que nos tiene que contar.
-       Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal.
Ø  Favorecer la iniciativa del niño:
-       Estimular la exploración y el descubrimiento.
-       Definir con claridad los objetivos y comprometer a los jóvenes en su logro.
-       Involucrar a los niños en el establecimiento de las normas y animarles a respetarlas.
Ø  Tener expectativas:
-       Realistas y positivas sobre las posibilidades de los niños.
-       Cultivar la empatía, lo que equivale a ponerse en el lugar del niño, aceptarle y comprenderle.
Ø  Hacer juicios positivos sobre los niños y evitar los negativos:
-       Debemos tener en cuenta que el elogio, siempre que se produzca a continuación de un determinado comportamiento o conducta, sirve para reforzarla. Cuando realicemos una crítica, por contra, debemos destacar su capacidad y transmitirles que podrán mejorar si realizan un mayor esfuerzo o utilizan una estrategia distinta.
En el próximo artículo hablaremos de la influencia de las tareas extraescolares.



[i] - Rossenthal, R y Jacobson, L. (1980). Pigmalión en la escuela. Edit. Marova, Madrid. http://www.indiana.edu/~educy520/readings/rosenthal66.pdf
- RosenthaL, R. (1970). Le préjugé du maitre et l’ápprentisage de l’élève. Revue Française de Pédagogie, nº. 13, pp. 38-49.

[ii] Gimeno, J. (1976). Autoconcepto, sociabilidad y rendimiento escolar. Instituto Nacional de Ciencias de la Educación. Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid.

[iii] Instituto Nacional De  Ciencias De La Educación (1976).  Determinantes del rendimiento académico.  Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

[iv] Goleman, D. (1997). Inteligencia emocional. Kairós, Barcelona.

[v] Marchesi, A. y Martín, E. (2002). Evaluación de la Educación Secundaria. Fotografía de una etapa polémica. Madrid: Fundación Santa María/SM

[vi] Martín del Buey, F. y Romero, M. L. (2003). Influencia de las expectativas en el rendimiento académico. Revista Aula Abierta nº 81, 2003.

[vii]  Baños, I (2010). El efecto Pigmalión en el aula. Revista digital “Innovación y experiencias educativas”  nº. 28, 2010.

[viii] Informe PISA 2009, Volumen V (2010). Programa para la evaluación internacional de los alumnos. Informe español. Instituto Nacional de Evaluación Educativa, Madrid .

[ix]  Informe PISA 2012 (2013). Programa para la evaluación internacional de los alumnos. Informe español. Instituto Nacional de Evaluación Educativa. Madrid. http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/internacional/pisa2012/pisa2012lineavolumeni.pdf?documentId=0901e72b81786310

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