INTRODUCCIÓN
La mayoría de los estudiosos consideran a K. Lewin (1988)[1]
y su concepto de “campo” como el inventor del término clima laboral. Este constructo, llamado en otras ocasiones “clima
organizacional”, a veces “ambiente laboral”, y muchas otras simplemente
“clima”, es un concepto controvertido por
la falta de consistencia de los resultados de las distintas investigaciones
realizadas, unas veces por ser contradictorios, otras por adolecer de distintos
sesgos y otras por la imposibilidad de generalización a partir de las
condiciones en las que se ha experimentado.
Las
definiciones más aceptadas se basan en la de Rousseau (1988:140)[2]
“descripciones individuales del contexto social del trabajo del que forma parte
la persona”.
De acuerdo con la tesis doctoral de García (2006)[3],
se pueden contemplar tres etapas en el desarrollo del concepto:
Una primera etapa, de inicio, que duraría hasta los años ’60 inclusive en
que las organizaciones comienzan a ser consideradas como entes con
significación psicológica y como sistemas abiertos.
Una segunda etapa, desarrollada alrededor de la década de los años ’70, caracterizada por el auge de las
investigaciones sobre clima, especialmente su relación con la satisfacción
laboral, pero siendo central el debate sobre si el clima está formado por las percepciones
individuales o es una característica de la organización, debate aún no
finalizado.
La tercera y última etapa, por ahora, se denominaría de consolidación, desarrollada especialmente en
los años ’80, en la que toma cuerpo el constructo y se producen investigaciones
más matizadas, a la vez que se publican revisiones sobre la literatura anterior
y se acortan las discrepancias al respecto.
A partir de los años ’90 en España,
publicaciones periódicas como Revista de Psicología Social y Revista de Psicología del Trabajo y de las
Organizaciones, así como la creación del Instituto de Investigación en Psicología
de los RRHH, del Desarrollo Organizacional y de la Calidad de Vida Laboral
(IDOCAL), dirigido por el
profesor J. Mª. Peiró, en el marco de la Universidad de Valencia, constituyen
hitos que han consolidado este campo del conocimiento.
Ahora bien, también es cierto que, mediados los
años ’90, la investigación relativa al “clima” empieza a decaer en favor de la “cultura
organizacional” y el “liderazgo”, variables también importantes de las
organizaciones.
En todo caso, la mayoría de autores consultados consideran que el “clima”
puede producir un efecto modificador sobre la satisfacción, la ejecución, los
conflictos, motivación, etc., en los centros de trabajo (Silva, 1992)[4],
que “contribuye también a comprender aspectos relevantes de la satisfacción del
trabajo ...” Peiró, (1986:520)[5]
y que es un elemento integrador del ambiente subjetivo del centro de trabajo
(De Diego, 2001)[6].
De manera específica, en el ámbito
educativo, dado que los usos, modelos y objetivos de la educación del pasado
siglo XX se han desfigurado a causa de los cambios socioeconómicos y culturales
acaecidos, el sistema educativo en su conjunto y, en especial, la cuestionada
profesión docente, no tienen más remedio que adaptarse sin desvirtuar su fin
último que es la formación de ciudadanos responsables. En ese sentido, como señala
el catedrático de Psicología Evolutiva, Núñez (2001)[7], el “clima”
es un factor importante para abordar el entendimiento de la violencia y
disrupción escolar, el abandono y el bajo rendimiento de algunos alumnos.
La
tónica general de las investigaciones realizadas en este campo en los últimos
20 años (generalmente mediante cuestionarios), han tenido por objeto verificar
la percepción del clima por parte del profesorado, comprobar el efecto del clima o alguna de sus
dimensiones (implicación, cohesión, organización, autonomía, apoyo, presión,
control, comodidad, claridad e innovación) sobre la salud o la satisfacción laboral
del profesorado, el planteamiento y efectos de la innovación y la resistencia
al cambio en el profesorado, y finalmente, la participación.
En
posteriores artículos mostraremos investigaciones que relacionan el clima
laboral con otras variables como el rendimiento y la convivencia del alumnado.
[1] Lewin, K. (1988). La teoría del
Campo en la Ciencia Social. Paidós
Ibérica, Barcelona.
[2]
Rousseau, D. (1988). The construction of climate in organizacional
research. En C. L. Cooper & I. F. Robertson (Eds), International review of Industrial and Organizational Psichology, (Vol.
3). Londres: John Wiley & Sons.
[3] García, I. (2006). La formación
del clima psicológico y su relación con los estilos de liderazgo. Tesis doctoral de la Universidad de Granada,
España.
[4] Silva, M. (1992). El
clima en las organizaciones. Teoría, método e intervención. Barcelona: PPU.
[5] Peiró, J. M. (1986). El
clima organizacional. En Psicología de la
organización (Vol. 2). Madrid: UNED.
[6] De Diego, R. (2001). Clima
laboral en organizaciones educativas: evaluación y seguimiento. Curso de doctorado. Universidad de
Valladolid.
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