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viernes, 18 de noviembre de 2016

EL CLIMA LABORAL DEL PROFESORADO (I)


INTRODUCCIÓN
La mayoría de los estudiosos consideran a K. Lewin (1988)[1] y su concepto de “campo” como el inventor del término clima laboral. Este constructo, llamado en otras ocasiones “clima organizacional”, a veces “ambiente laboral”, y muchas otras simplemente “clima”, es un concepto controvertido  por la falta de consistencia de los resultados de las distintas investigaciones realizadas, unas veces por ser contradictorios, otras por adolecer de distintos sesgos y otras por la imposibilidad de generalización a partir de las condiciones en las que se ha experimentado.
         Las definiciones más aceptadas se basan en la de Rousseau (1988:140)[2] “descripciones individuales del contexto social del trabajo del que forma parte la persona”.

De acuerdo con la tesis doctoral de García (2006)[3], se pueden contemplar tres etapas en el desarrollo del concepto:
Una primera etapa, de inicio, que duraría hasta los años ’60 inclusive en que las organizaciones comienzan a ser consideradas como entes con significación psicológica y como sistemas abiertos.
Una segunda etapa, desarrollada alrededor de la década de los  años ’70, caracterizada por el auge de las investigaciones sobre clima, especialmente su relación con la satisfacción laboral, pero siendo central el debate sobre si el clima  está formado por las percepciones individuales o es una característica de la organización, debate aún no finalizado.
La tercera y última etapa, por ahora, se denominaría de  consolidación, desarrollada especialmente en los años ’80, en la que toma cuerpo el constructo y se producen investigaciones más matizadas, a la vez que se publican revisiones sobre la literatura anterior y se acortan las discrepancias al respecto.
    A partir de los años ’90 en España, publicaciones periódicas como  Revista de Psicología Social y Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, así como la creación del Instituto de Investigación en Psicología de los RRHH, del Desarrollo Organizacional y de la Calidad de Vida Laboral (IDOCAL), dirigido por el profesor J. Mª. Peiró, en el marco de la Universidad de Valencia, constituyen hitos que han consolidado este campo del conocimiento.
Ahora bien, también es cierto que, mediados los años ’90, la investigación relativa al “clima” empieza a decaer en favor de la “cultura organizacional” y el “liderazgo”, variables también importantes de las organizaciones.
En todo caso, la mayoría de autores consultados consideran que el “clima” puede producir un efecto modificador sobre la satisfacción, la ejecución, los conflictos, motivación, etc., en los centros de trabajo (Silva, 1992)[4], que “contribuye también a comprender aspectos relevantes de la satisfacción del trabajo ...” Peiró, (1986:520)[5] y que es un elemento integrador del ambiente subjetivo del centro de trabajo (De Diego, 2001)[6].
De manera específica, en el ámbito educativo, dado que los usos, modelos y objetivos de la educación del pasado siglo XX se han desfigurado a causa de los cambios socioeconómicos y culturales acaecidos, el sistema educativo en su conjunto y, en especial, la cuestionada profesión docente, no tienen más remedio que adaptarse sin desvirtuar su fin último que es la formación de ciudadanos responsables. En ese sentido, como señala el catedrático de Psicología Evolutiva, Núñez (2001)[7], el “clima” es un factor importante para abordar el entendimiento de la violencia y disrupción escolar, el abandono y el bajo rendimiento de algunos alumnos.  
         La tónica general de las investigaciones realizadas en este campo en los últimos 20 años (generalmente mediante cuestionarios), han tenido por objeto verificar la percepción del clima por parte del profesorado,  comprobar el efecto del clima o alguna de sus dimensiones (implicación, cohesión, organización, autonomía, apoyo, presión, control, comodidad, claridad e innovación) sobre la salud o la satisfacción laboral del profesorado, el planteamiento y efectos de la innovación y la resistencia al cambio en el profesorado, y finalmente, la participación.
            En posteriores artículos mostraremos investigaciones que relacionan el clima laboral con otras variables como el rendimiento y la convivencia del alumnado.



[1] Lewin, K. (1988). La teoría del Campo en la Ciencia Social. Paidós Ibérica, Barcelona.
[2] Rousseau, D. (1988). The construction of climate in organizacional research. En C. L. Cooper & I. F. Robertson (Eds), International review of Industrial and Organizational Psichology, (Vol. 3). Londres: John Wiley & Sons.
[3] García, I. (2006). La formación del clima psicológico y su relación con los estilos de liderazgo. Tesis doctoral de la Universidad de Granada, España.
[4] Silva, M. (1992).  El clima en las organizaciones. Teoría, método e intervención. Barcelona: PPU.
[5] Peiró, J. M. (1986). El clima organizacional. En Psicología de la organización (Vol. 2). Madrid: UNED.
[6] De Diego, R. (2001). Clima laboral en organizaciones educativas: evaluación y seguimiento. Curso de doctorado. Universidad de Valladolid.
[7] Núñez, A. (2001). Estrés y profesores: ¿una pareja de hecho? Padres y Maestros, nº. 257, 19-22.

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