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martes, 6 de noviembre de 2018

GENERALIDADES SOBRE LIDERAZGO (I)



INTRODUCCIÓN: ANTECEDENTES Y CONCEPTO DE LIDERAZGO

Una buena parte del texto este artículo y siguientes, relacionados con el liderazgo escolar, está tomado de la propia tesis doctoral del autor (Angulo, 2013)[1]. Cuando haya aportaciones de otros autores recurriré a la cursiva y citaré la referencia.
El liderazgo es el concepto estrella en el campo de las organizaciones de todo tipo en las dos últimas décadas. Pienso que tanto interés tiene un componente económico fundamental, referido a la creencia bastante extendida de que el coste de una persona o un pequeño equipo en la cúspide de una organización, con intención de mejorar los resultados, es muy inferior al del resto de personas que la forman. Así parece que los otros conceptos relacionados con el funcionamiento de las organizaciones, como la cultura organizacional, el clima social o la formación de los trabajadores, conceptos puntales en épocas anteriores, han ido perdiendo protagonismo por el motivo aludido, los mayores costes.
Al acercarse al estudio del liderazgo uno recuerda aquellos personajes de la historia que abanderando distintas opciones de cambio social y que han sido seguidos por grandes multitudes, gracias a su carisma, aunque, en ocasiones, y a medio o largo plazo, se hayan equivocado en sus planteamientos o hayan tomado iniciativas que si bien han ayudado a una parte de la población han podido causar grandes daños a otras. De este modo evocamos personajes como Ghandi, Luther King, Bolívar, Lenin, Mao, César Augusto, Don Pelayo, Jesucristo, Mahoma, Mandela, etc.

En el acervo popular se encuentra muy instalada la idea del líder como una persona con carisma (según la Real Academia Española, “don que tienen algunas personas para atraer o seducir por su presencia o palabra”), y en este sentido se habla de personajes más cercanos y actuales como políticos, periodistas, empresarios, religiosos, deportistas, cineastas, estafadores, etc. que tienen o han tenido gran reconocimiento por su éxito en conseguir los propósitos que se plantearon, independientemente de si fueron aceptables o moralmente reprobables, es decir, con ausencia de criterio moral. Se les supone capacidad intelectual natural y arrojo para realizar propuestas y tomar decisiones arriesgadas.
En todo caso, como dicen los autores Hersey, Blanchard y Johnson (1998: 99)[2] y Ares (2007: 167)[3], en el fondo, la esencia del liderazgo es la relación de influencia  entre líder y liderados, una relación entre niveles de poder distintos.
Antes de entrar en el análisis del desarrollo del concepto, a uno le vienen a la mente unas cuantas preguntas: el líder ¿nace o se hace?, ¿contribuye al bien común o se aprovecha de su situación preeminente?, ¿disfruta o sufre?, ¿es amado u odiado?, el liderazgo ¿es atributo de una persona o de un colectivo?, ¿corresponde a cualquier  colectivo u organización o solo tiene que ver con organizaciones productivas propiamente dichas?, etc.
Está claro que no todo está resuelto, comprendido o estudiado suficientemente. De hecho, al leer algunos autores parecería que cada persona que dirige algo es un modelo de líder diferente, y en algo tienen razón, no hay dos líderes iguales y las formas de ejercer su función y poder son diferentes por la multitud de variables que concurren en cada caso. Y no digamos si pensamos que el concepto se refiere a un colectivo, que tendría que ver con todo lo anterior y además con las características de la organización.
Veamos un poco de historia:
Algunos autores ya escribieron, aunque fuera tangencialmente,  sobre el tema en épocas pasadas, desde Aristóteles en las reflexiones que hace en su “Política”[4]:
Así, pues, cuando toda una raza, o aunque sea un individuo cualquiera, sobresale mostrando una virtud de tal manera superior que sobrepuje a la virtud de todos los demás ciudadanos juntos, entonces es justo que esta raza sea elevada al reinado, al supremo poder, y que este individuo sea proclamado rey…,

pasando por la época del Renacimiento con el ejemplo de  Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”[5] al que se atribuyen frases como “el fin justifica los medios” o “pocos ven lo que somos, pero ven lo que aparentamos”:
 Ha de manifestarse el príncipe amigo generoso de los talentos y honrar a todos aquellos gobernados suyos que sobresalgan en cualquier arte. Por ende, debe estimular a los ciudadanos a ejercer pacíficamente su profesión y oficio, agrícola, mercantil o de cualquier otro género, y hacer de modo que, por el temor de verse quitar el fruto de sus tareas, no se abstengan de enriquecer al Estado, y que, por el miedo a los tributos, no se persuadan a dedicarse a negocios diferentes…,

o Montaigne en sus “Ensayos”[6]:
 … ningún guerrero gozó nunca de tanto crédito para con sus soldados. En los comienzos de sus guerras civiles los centuriones le ofrecieron costear de su bolsillo un soldado cada uno, y los de a pie servirle a sus propias expensas (los que se hallaban en situación más holgada), comprometiéndose además al sostén de los más necesitados …,

hasta los más modernos como Voltaire en sus “Cartas Filosóficas”[7]:
.. . La nación inglesa es la única que ha llegado a regular el poder de los reyes resistiéndoles y que, de esfuerzo en esfuerzo, ha establecido finamente ese gobierno sensato en el que el Príncipe es todopoderoso para hacer el bien pero tiene las manos atadas para hacer el mal; ese gobierno en que los señores son grandes pero sin insolencia y sin tener vasallos, y en el que el pueblo participa en el gobierno sin confusión ...

Sirvan estas referencias previas, que se inscriben en lo que se ha venido llamando “teoría del gran hombre”, como muestra del interés y la reflexión de numerosos pensadores, suscitadas desde la antigüedad hasta nuestros días, en relación con la mejor forma de ejercer el poder (la influencia desde la perspectiva del liderazgo), sobre los subordinados.
En este modelo, especialmente antes de la Revolución Industrial,  el liderazgo se adscribía,  bien a jefes militares, religiosos, o gobernantes.
Posteriormente, según García (2006)[8], podrían considerarse tres etapas, que a su vez contemplarían tres distintos grandes tipos de paradigma o modelo:
a)      un modelo centrado en el carisma del líder, denominado de rasgos, donde son únicamente sus cualidades personales las que determinan la ejecución de sus funciones;
b)      otro centrado en la conducta del líder, denominado conductual, en el que la contingencia ocupa un lugar importante,
c)      un modelo situacional en el que el contexto juega un papel primordial.





[1] Angulo, J. A. (2013). Cultura Organizacional, Clima y Liderazgo en Organizaciones Educativas. Tesis doctoral. Universidad de Valladolid.
[2] Hersey, P., Blanchard, K. H. y Johnson, D. (1998).  Administración del comportamiento organizacional. Liderazgo Situacional.  México: Prentice  Hall.
[3] Ares, A. (2007). Liderazgo de los equipos de trabajo. En R. De la Fuente, y R. De Diego. (dirs. y coords.), Estrategias de liderazgo y desarrollo de Personas en las Organizaciones. Madrid: Pirámide, pp.167-176.
[4] Capítulo XI del libro III. Traducción de Patricio de Azcárate.
[5] El Príncipe. Capítulo XXI. Editorial Virtual,<www.laeditorialvirtual.com.ar>
[6] Ensayos: Capítulo XXXIV: Observaciones sobre los medios de hacer la guerra de Julio César. Biblioteca Virtual Cervantes.
[7]  Octava carta: Sobre el Parlamento. LIBROdot.com, p. 47
[8]  García, I. (2006). La formación del clima psicológico y su relación con los estilos de liderazgo. Tesis doctoral de la Universidad de  Granada, España.

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