INTRODUCCIÓN:
ANTECEDENTES Y
CONCEPTO DE LIDERAZGO
Una buena parte del texto este artículo y
siguientes, relacionados con el liderazgo escolar, está tomado de la propia
tesis doctoral del autor (Angulo, 2013)[1].
Cuando haya aportaciones de otros autores recurriré a la cursiva y citaré
la referencia.
El liderazgo es el concepto estrella en el campo de
las organizaciones de todo tipo en las dos últimas décadas. Pienso que tanto
interés tiene un componente económico fundamental, referido a la creencia
bastante extendida de que el coste de una persona o un pequeño equipo en la
cúspide de una organización, con intención de mejorar los resultados, es muy
inferior al del resto de personas que la forman. Así parece que los otros
conceptos relacionados con el funcionamiento de las organizaciones, como la cultura
organizacional, el clima social o la formación de los trabajadores, conceptos
puntales en épocas anteriores, han ido perdiendo protagonismo por el motivo
aludido, los mayores costes.
Al acercarse al estudio del liderazgo uno recuerda
aquellos personajes de la historia que abanderando distintas opciones de cambio
social y que han sido seguidos por grandes multitudes, gracias a su carisma,
aunque, en ocasiones, y a medio o largo plazo, se hayan equivocado en sus
planteamientos o hayan tomado iniciativas que si bien han ayudado a una parte
de la población han podido causar grandes daños a otras. De este modo evocamos
personajes como Ghandi, Luther King, Bolívar, Lenin, Mao, César Augusto, Don
Pelayo, Jesucristo, Mahoma, Mandela, etc.
En el acervo popular se encuentra muy instalada la
idea del líder como una persona con carisma (según la Real Academia Española,
“don que tienen algunas personas para atraer o seducir por su presencia o
palabra”), y en este sentido se habla de personajes más cercanos y actuales
como políticos, periodistas, empresarios, religiosos, deportistas, cineastas,
estafadores, etc. que tienen o han tenido gran reconocimiento por su éxito en
conseguir los propósitos que se plantearon, independientemente de si fueron
aceptables o moralmente reprobables, es decir, con ausencia de criterio moral.
Se les supone capacidad intelectual natural y arrojo para realizar propuestas y
tomar decisiones arriesgadas.
En todo caso, como dicen los autores Hersey,
Blanchard y Johnson (1998: 99)[2]
y Ares (2007: 167)[3],
en el fondo, la esencia del liderazgo es la relación de influencia entre líder y liderados, una relación entre
niveles de poder distintos.
Antes de entrar en el análisis del desarrollo del
concepto, a uno le vienen a la mente unas cuantas preguntas: el líder ¿nace o
se hace?, ¿contribuye al bien común o se aprovecha de su situación
preeminente?, ¿disfruta o sufre?, ¿es amado u odiado?, el liderazgo ¿es
atributo de una persona o de un colectivo?, ¿corresponde a cualquier colectivo u organización o solo tiene que ver
con organizaciones productivas propiamente dichas?, etc.
Está claro que no todo está resuelto, comprendido o
estudiado suficientemente. De hecho, al leer algunos autores parecería que cada
persona que dirige algo es un modelo de líder diferente, y en algo tienen
razón, no hay dos líderes iguales y las formas de ejercer su función y poder
son diferentes por la multitud de variables que concurren en cada caso. Y no
digamos si pensamos que el concepto se refiere a un colectivo, que tendría que
ver con todo lo anterior y además con las características de la organización.
Veamos un poco de historia:
Algunos autores ya escribieron, aunque fuera
tangencialmente, sobre el tema en épocas
pasadas, desde Aristóteles en las reflexiones que hace en su “Política”[4]:
…
Así, pues,
cuando toda una raza, o aunque sea un individuo cualquiera, sobresale mostrando
una virtud de tal manera superior que sobrepuje a la virtud de todos los demás
ciudadanos juntos, entonces es justo que esta raza sea elevada al reinado, al
supremo poder, y que este individuo sea proclamado rey…,
pasando por la época del Renacimiento con el ejemplo
de Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”[5]
al que se atribuyen frases como “el fin justifica los medios” o “pocos ven lo
que somos, pero ven lo que aparentamos”:
… Ha
de manifestarse el príncipe amigo generoso de los talentos y honrar a todos
aquellos gobernados suyos que sobresalgan en cualquier arte. Por ende, debe
estimular a los ciudadanos a ejercer pacíficamente su profesión y oficio,
agrícola, mercantil o de cualquier otro género, y hacer de modo que, por el
temor de verse quitar el fruto de sus tareas, no se abstengan de enriquecer al
Estado, y que, por el miedo a los tributos, no se persuadan a dedicarse a
negocios diferentes…,
o Montaigne en sus “Ensayos”[6]:
… ningún guerrero gozó nunca de tanto crédito para con sus soldados.
En los comienzos de sus guerras civiles los centuriones le ofrecieron costear
de su bolsillo un soldado cada uno, y los de a pie servirle a sus propias
expensas (los que se hallaban en situación más holgada), comprometiéndose
además al sostén de los más necesitados …,
hasta los más modernos como Voltaire en sus “Cartas
Filosóficas”[7]:
..
. La nación inglesa es la única que ha llegado a
regular el poder de los reyes resistiéndoles y que, de esfuerzo en esfuerzo, ha
establecido finamente ese gobierno sensato en el que el Príncipe es
todopoderoso para hacer el bien pero tiene las manos atadas para hacer el mal;
ese gobierno en que los señores son grandes pero sin insolencia y sin tener
vasallos, y en el que el pueblo participa en el gobierno sin confusión ...
Sirvan estas referencias previas, que se inscriben
en lo que se ha venido llamando “teoría del gran hombre”, como muestra del
interés y la reflexión de numerosos pensadores, suscitadas desde la antigüedad
hasta nuestros días, en relación con la mejor forma de ejercer el poder (la
influencia desde la perspectiva del liderazgo), sobre los subordinados.
En este modelo, especialmente antes de la Revolución
Industrial, el liderazgo se adscribía, bien a jefes militares, religiosos, o
gobernantes.
Posteriormente, según García (2006)[8],
podrían considerarse tres etapas, que a su vez contemplarían tres distintos
grandes tipos de paradigma o modelo:
a)
un modelo
centrado en el carisma del líder, denominado de rasgos, donde son únicamente sus cualidades personales las que
determinan la ejecución de sus funciones;
b)
otro centrado
en la conducta del líder, denominado conductual,
en el que la contingencia ocupa un lugar importante,
c)
un modelo situacional en el que el contexto juega
un papel primordial.
[1] Angulo, J. A. (2013). Cultura Organizacional, Clima y Liderazgo en
Organizaciones Educativas. Tesis doctoral. Universidad de Valladolid.
[2] Hersey, P., Blanchard, K. H. y Johnson, D. (1998). Administración del
comportamiento organizacional. Liderazgo Situacional. México:
Prentice Hall.
[3] Ares, A. (2007). Liderazgo de
los equipos de trabajo. En R. De la
Fuente , y R. De Diego. (dirs.
y coords.), Estrategias de liderazgo y
desarrollo de Personas en las Organizaciones. Madrid: Pirámide, pp.167-176.
[5] El Príncipe. Capítulo XXI.
Editorial Virtual,<www.laeditorialvirtual.com.ar>
[6] Ensayos: Capítulo XXXIV:
Observaciones sobre los medios de hacer la guerra de Julio César. Biblioteca
Virtual Cervantes.
[7]
Octava carta: Sobre el Parlamento. LIBROdot.com, p. 47
[8] García, I. (2006). La formación del clima psicológico y su relación con los estilos de
liderazgo. Tesis doctoral de la Universidad de Granada, España.
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