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martes, 11 de diciembre de 2018

GENERALIDADES SOBRE LIDERAZGO (II)



Breve descripción de los tipos de liderazgo más representativos

Podría decirse que hasta bien entrado el siglo XX (al menos hasta los años 50), el paradigma que prevaleció fue el llamado de rasgos, palmariamente relacionado con el carisma personal. A partir de la Revolución Industrial se comenzó a aplicar a las empresas en busca de la máxima producción.
 En pleno siglo XX encontramos ejemplos de liderazgo que están directamente relacionados con los modos productivos: por un lado, aquellos que tienen como referente el llamado “libre mercado”, característico fundamentalmente del mundo anglosajón, que de manera paulatina fue colonizando otros territorios occidentales, centrados en el máximo beneficio empresarial y menor gasto social (Taylor sería un buen representante entre los teóricos de este modo de entender el liderazgo y Mayo que pondría más énfasis en las relaciones humanas); por otro, los que se refieren a los modos de producción del socialismo real o mundo comunista ya desaparecido prácticamente, estajanovistas, caracterizados por un marcado seguimiento de una línea central y transmitida verticalmente, y por un intento de igualdad de los trabajadores de base. En la literatura sobre el tema (socialismo real) no se conocen, al menos no aparecen en los manuales, autores que traten el tema.

A pesar de que este modelo, el de rasgos, perdió fuerza en un momento dado, nunca se abandonó totalmente y aún hoy sigue teniendo seguidores;  sus aspectos más positivos se han incorporados a las nuevas teorías.
Aunque la construcción del conocimiento científico pudiera parecer un camino exento, al margen de otros acontecimientos, que se proyecta de manera continuada hacia el futuro con cierto carácter propedéutico, la realidad demuestra que esto dista mucho de ser cierto. En el caso de las teorías de liderazgo, la euforia de los modelos carismáticos, parece claro que declinó hacia la mitad del siglo XX, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, probablemente porque algunos líderes como Hitler provocaron una catástrofe de tal magnitud que los hombres de ciencia se vieron obligados, como le ocurrió al resto de la Humanidad, a orientar su pensamiento en otro sentido, buscando valores que pudieran prevenir sucesos tan trágicos.
Sin embargo, con el paso del tiempo llega el olvido y podemos ver cómo en las tres últimas décadas, con la fuerte emergencia de valores ligados a la economía (entendida en el sentido peyorativo del término), nuevamente renace, con matices diferentes, la moda del liderazgo carismático y así nos encontramos con que organizaciones de distinto tipo y naciones enteras, andan a la búsqueda de un líder de este tipo. Significa que, pensando en el conjunto de la sociedad, hemos avanzado poco. Por acabar esta reflexión diría que una sociedad culta, formada en valores humanos y justa, es difícilmente compatible con los liderazgos populistas, caudillistas, que tienen un trasfondo de liderazgo carismático. Se me podrá objetar que hay líderes carismáticos justos, humanos, demócratas, etc., de acuerdo, no dejemos todo en sus manos.
El modelo llamado conductual, asociado a la emergencia del paradigma conductista en la psicología (segunda mitad del siglo XX), llegó como consecuencia de la evidencia de que el liderazgo eficaz no se asociaba con los rasgos de personalidad (Duro, 2006)[1].
En este modelo se traslada el centro de la cuestión desde la personalidad del líder a lo que hace el líder, su conducta, algo que se puede aprender. Tienen cabida aquí los clásicos estilos de liderazgo: democrático, autoritario y laissez-faire.
Sus principales estudiosos, profesores de las universidades de Ohio y Michigan (Fleishman, Likert, Kahn, Katz, etc.) aportan la novedad de tener en cuenta dos facetas o dimensiones: la orientación a tarea, también llamada de iniciación de estructura, y la de orientación a personas, consideración, o socio-emocional. Esta teoría o modelo incorpora los rasgos del modelo anterior en la dimensión socio-emocional, la importancia de las relaciones y la personalidad del líder. Según Ares (2007) la dimensión de tarea parece más definitoria de la actividad del líder, pero la relación entre las dos dimensiones citadas no está clara. Distintas investigaciones abundan  en la bondad o inutilidad del modelo, pero parece una opción no descartable a la hora de estudiar tanto el liderazgo como la conducta de las personas dirigidas.
La decantación de las acciones del líder hacia una u otra dimensión es un hecho fácilmente reconocible por los subordinados, especialmente cuando existe un gran desequilibrio entre ambas. Una orientación radical hacia las tareas puede provocar estrés e insatisfacción laboral de los empleados, mientras que en sentido inverso podría producir ineficacia.
Las críticas que se  hacen a este modelo vienen de la falta de consideración de los aspectos situacionales, que es el paradigma vigente a partir de los años 80 del siglo pasado.
Entre los modelos llamados situacionales tenemos una gran variedad: a) Modelo de contingencia de Fiedler (1984)[2], que contempla los factores de orientación motivacional del líder y las condiciones de la situación; b) Modelo de House y Mitchell (1974)[3] centrado en la motivación hacia el trabajo, contempla cuatro conductas del líder, instrumental, de apoyo, participativa y orientada al logro, moderadas por variables ambientales como la estructura de la tarea, rutina de la tarea, sistema de autoridad formal y características de los subordinados; c)  Modelo de Hersey y Blanchard (1977)[4], basado en tres dimensiones, comportamiento de tarea, comportamiento de relación y nivel de preparación de los subordinados al realizar su tarea (capacidad y disposición); d) Liderazgo transaccional y transformacional, cuyos orígenes teóricos son Burns (1978)[5] y Bass (1985)[6]. Según Ares (2007)[7], el liderazgo transaccional se inscribe en un enfoque interactivo, la influencia mutua ofreciendo y obteniendo beneficios; en cuanto al liderazgo transformacional se explica por la influencia de un líder en los subordinados,  empoderándolos para ser agentes cambio, lo que implica la confianza en el líder.
Como una subclasificación del liderazgo transformacional pueden encontrarse los liderazgos llamados emergentes:
a)                 Liderazgo auténtico (patrón de conducta de liderazgo transparente y ético, que enfatiza la disposición a compartir la información necesaria para tomar las decisiones, a la vez que acepta las aportaciones de los seguidores [Moriano, Molero y Lewvy, 2011)])[8];
b)                      Liderazgo transcultural (mejor estudio “GLOVE” - apreciaron algunos atributos aceptados universalmente como liderazgo carismático y orientado al equipo-);
c)          Liderazgo complejo (sistema adaptativo y complejo de agentes dinámicos e imprevisibles que interactúan en redes complejas de retroalimentación);
d)                        Liderazgo de equipo (no líder externo, atributos que aportan los miembros al equipo como insumos y que influyen en el rendimiento del equipo, y procesos de equipo a través de diferentes etapas de desarrollo del equipo);
e)                      Liderazgo compartido o distribuido, colectivo o de iguales (proceso dinámico e interactivo entre los miembros de un equipo cuyo objetivo es dirigirse unos a otros para lograr las metas del equipo, de la organización o de ambos,  y se concibe como una propiedad del sistema, no de un único miembro);
f)                        Liderazgo remoto, a distancia o e-leadership (aquel que tiene lugar en equipos virtuales).

Como puede apreciarse, los modelos, los estilos, los paradigmas, los juicios, sobre liderazgo son abundantes (y no he sido exhaustivo), diversos y no siempre debidamente enmarcados o fundamentados en modelos teóricos verificados empíricamente. No obstante, si lo vemos desde una perspectiva cronológica, apreciamos, por una parte, que cada  nuevo modelo casi siempre incorpora algunas facetas de los anteriores, por lo que en buena ley no podrían considerarse totalmente puros, y por otra, que se solapan en su concepción teórica y en su cronología.
Sin embargo, parece claro que los modelos más modernos son más complejos, incorporan nuevas variables, acrecientan la importancia del contexto y resaltan la importancia del factor humano relacional.
Una buena fuente para ampliar la información puede ser Sánchez (1998)[9].
La investigación empírica sobre liderazgo pone de manifiesto su importancia, aunque sea indirecta, en relación  con el rendimiento y con la salud y bienestar del personal que integra las organizaciones. Además, parece deducirse que  continúan coexistiendo los distintos tipos de liderazgo clásicos, transformacional, transaccional y laissez-faire (con distintas versiones y matices) en distintas organizaciones.
Por otro lado, podríamos decir que no existe un único tipo de liderazgo óptimo, sino que depende del contexto situacional y la competencia y madurez de los empleados. Sin embargo, se pone de manifiesto que el denominado liderazgo transformacional, en términos generales, consigue mejores resultados que el transaccional y, por supuesto, que el laissez-faire. A la vez,  está adquiriendo más realce el empowerment de los subordinados y su cooperación en una suerte de liderazgo distribuido compartido.
En próximas entregas me referiré de manera específica al liderazgo escolar.



[1] Duro, A.  (2006).  Introducción al liderazgo organizacional. Teoría y metodología. Madrid: Universidad
 Rey Juan Carlos, Servicio de Publicaciones. 
[2] Fiedler, F. E.  (1984).  El estudio del liderazgo: el modelo de la contingencia.  En J. R. Torregrosa y E.
 Crespo, (Comp.).  Estudios básicos de psicología social, (pp. 623-667), Barcelona: Hora.
[3] House, R. J. Y Mitchel, T. R.  (1974). Path goal theory of leadership.  Journal of Contemporary 
Business, nº. 3, pp. 81-98.
[4]Hersey, P. y Blanchard, K. H. (1977). Management of Organizational Behavior: Utilising Human
Resources.  Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.
[5] Burns, J. M. (1978). Leadership. Nueva York: Harper & Row.
[6] Bass, B. (1985). Leadership and performance beyond expectations.  Madrid: TEA Ediciones S. A.
[7] Ares, A. (2007). Liderazgo de los equipos de trabajo. En R. De la Fuente, y R. De Diego. (dirs. y coords.), Estrategias de liderazgo y desarrollo de Personas en las Organizaciones. Madrid: Pirámide, pp.167-176.
[8] Moriano, J. A., Molero, F. y Lévy Mangin, J. P. (2011). Liderazgo auténtico. Concepto y validación del
cuestionario ALQ en España. Psicothema, Vol. 23, nº. 2, pp. 336-341. 
[9] Sánchez, E. (1998). Liderazgo y estilos de dirección. En A. Rodríguez (coord), Introducción a la
Psicología del Trabajo y de las Organizaciones. Madrid: Pirámide, pp. 153-166.


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