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jueves, 4 de junio de 2020

LIDERAZGO ESCOLAR Y RENDIMIENTO (6)



LIDERAZGO EDUCATIVO EN INGLATERRA
Continuando con otros artículos de revista, alrededor del mismo tema, se muestran a continuación dos investigaciones realizadas en Inglaterra (Reino Unido), que pasaremos a comentar.


Lo que subyace a estas dos investigaciones, el background, es el debate sobre los objetivos de la Educación y quién dirige los centros escolares, en este caso los de Secundaria, que tiene una gran trascendencia política. Con la llegada de la Sra. Thatcher a la Presidencia del Reino Unido en 1979 por el Partido Conservador, se inició un cambio de paradigma en el ámbito de los Servicios Sociales y por tanto también en el educativo, tomando la tendencia que podríamos llamar enfoque de mercado, en palabras de Cowen (2005)[2], por estar orientado prioritariamente a la obtención de los mejores resultados de los estudiantes en las áreas de estudio más relacionadas con el mercado laboral, dejando en segundo término aspectos preponderantes hasta entonces como son la educación para la ciudadanía y los valores que conlleva.
La llegada de Blair a la Presidencia del Gobierno en 1997 por parte del Partido Laborista no cambió el paradigma, a pesar de haber manifestado algo diferente en la campaña electoral, y en las dos principales leyes relativas a la Educación promulgadas durante su mandato, Ley Marco de Estándares Escolares de 1998 y la Ley de Educación de 2002 se explicitó ese mismo espíritu.
La dirección de los centros dejó de producirse por la fórmula primus inter pares, para ser sustituida por otra de carácter gerencialista, de tal manera que el profesorado aspirante a la dirección debería pasar previamente por un periodo formativo en una nueva institución creada al efecto, The National College for School Leadership, orientado a configurar profesionales acordes con las nuevas normas. La Administración intenta imponer su nuevo modelo, pero por diversas circunstancias muchas escuelas y su dirección se resisten a causa del contexto socioeconómico y cultural deprivado del entorno.
Una de las consecuencias de dicha normativa fue la creación de un nuevo estilo de escuela pública llamado Academy (2002), que consistía y consiste en que las escuelas que durante algún tiempo no consiguen los estándares marcados por el Gobierno (escuelas generalmente ubicadas en entornos de precariedad económica, cultural y social), pasan a ser dirigidas y gerenciadas por empresas ad hoc, sustituyendo la dirección y programas de enseñanza/aprendizaje por otros supuestamente más eficaces de acuerdo con la propuesta gubernamental.
Pues bien, los dos trabajos de investigación que se muestran aquí, son la cara y la cruz de dos fórmulas de dirección y liderazgo discordantes, una línea moderna, orientada a “resultados” (dirección gerencial, con muchos exámenes, mucha inspección y rankings entre escuelas) y otra más tradicional orientada a “valores básicos” (responsabilidad, respeto, participación, consideración, etc.), sin excluir, como es natural, las enseñanzas curriculares de las distintas áreas.
En el primer trabajo reseñado, Currie, Lockett  Suhomlinova (2009), profesores de la Universidad de Nottingham (UK), el objetivo es comparar dos estilos de liderazgo de los directores, uno orientado prioritariamente a “resultados” y otro orientado preferentemente a “valores”, relacionando ambos con el rendimiento de los estudiantes.
Se trata de un estudio cuantitativo y cualitativo. La muestra estuvo formada por 200 escuelas de Educación Secundaria de Inglaterra seleccionadas al azar, pero distribuidas proporcionalmente entre distintas áreas geográficas. Los datos procedían de la Oficina Gubernamental de Inglaterra (OFSTED) donde todos los centros envían anualmente informes sobre rendimiento del alumnado, también las percepciones de maestros y directores relativas a su actividad educativa, la información de los inspectores, así como las referencias al contexto socioeconómico y cultural de las familias. En concreto, los referidos al aprendizaje de los estudiantes se extrajeron de los exámenes para la obtención del General Certificate of Secondary Education (a la edad de 16 años) obteniendo una media por cada escuela a partir de los estudiantes que habían conseguido una puntuación de “5” o más puntos.
Los datos tuvieron el tratamiento estadístico adecuado y habitual en este tipo de trabajos, orientados a discernir diferencias significativas entre los dos tipos de liderazgo.

Un investigador independiente, a partir de los autoinformes enviados a la oficina citada, asignó a cada director a uno de los dos estilos señalados, resultando que 133 directores quedaron encuadrados en la categoría de “liderazgo orientado a valores”, 49 en “liderazgo orientado a resultados”, 15 en “liderazgo insatisfactorio” no asimilable a ninguno de los dos anteriores y 3 “liderazgo no claro”.
Los datos cualitativos se obtuvieron de 50 entrevistas grabadas a directores y vicedirectores, de entre una hora y hora y media de duración. El resultado de estas entrevistas coincidió básicamente con los informes proporcionados por la oficina OFSTED ya mencionada.
Las principales conclusiones fueron:
a)      Considerando el conjunto de datos, no se encontró evidencia de diferencia de resultados de estudiantes en función del tipo de liderazgo.
b)      En los lugares donde el contexto socioeconómico y cultural era alto, el liderazgo orientado a resultados tuvo un efecto positivo, por el contrario, fue negativo en zonas deprivadas.
c)      La media de estudiantes que habían conseguido el certificado (puntuación de 5 ó más) fue del 48 % del total de estudiantes.
d)      La variable socioeconómica y cultural, la permanencia del director en el mismo centro y el tamaño del mismo, tuvieron un claro efecto en la consecución del certificado.
e)       Hubo una considerable variación entre escuelas, así, en las ubicadas en lugares con ambiente socialmente deprivado (se midió según el acceso a gratuidad o semigratuidad de la comida en la escuela) los estudiantes obtuvieron peor rendimiento.
f)       Los directores manifestaron en las entrevistas sufrir tensiones internas por intentar conjugar las orientaciones de la Administración en la idea de hacer prevalecer el liderazgo orientado a “resultados”, con las convicciones personales sobre liderazgo orientado a “valores”, especialmente en escuelas situadas en entornos desfavorecidos. La razón estriba en que los directores de estas últimas escuelas consideraban que el principal objetivo, en ese caso, es proporcionar a los estudiantes una educación ciudadana en, responsabilidad, respeto, participación, idea de justicia, etc., sin dejar de atender, lógicamente, al currículo de las materias.
g)      El liderazgo no puede ser aislado del contexto social.
La segunda investigación señalada en la tabla del comienzo, McAleavy, Elwick, y Hall-Chen (2018), presenta un panorama muy diferente. Desarrollada por Education Development Trust, organización not-for-profit, a la que pertenecen, o están ligados para este estudio, los autores del trabajo, constituida por agrupación de varias empresas que trabajaban en el campo educativo en Inglaterra y otros países del mundo para analizar y elaborar programas, asesorar a distintas instituciones y gobiernos y dirigir, en su caso, especialmente dentro del sector público, algunas escuelas de la nueva modalidad a partir de la Ley de Educación del 2000, denominadas de Academia (2002), ya descritas en la investigación anterior.
El estudio se centra en comparar los resultados de las escuelas de Londres con los del resto de Inglaterra, tratando de demostrar la bondad de los programas aplicados en Londres orientados en el sentido solicitado por la Administración, especialmente en el periodo 2001-2013, en relación con el resto de Inglaterra.
 Los programas aplicados en Londres fueron London Challenge (2003-2011) y Teach First (2002-continúa actualmente). El primero se basaba en compartir las experiencias de escuelas de éxito con aquellas que fracasaban, con especial protagonismo de sus directores; el segundo tenía por objeto formar y seleccionar o contratar los mejores profesores.
La metodología utilizada para realizar esta comparación tuvo cuatro vías, por un lado, porcentaje del alumnado de las escuelas según su éxito en el General Certificate of Secondary Education (a la edad de 16 años) obteniendo una media por cada escuela a partir de los estudiantes que consiguen una puntuación de “5” o más puntos (medidas tomadas en 2001 y 2013), por otro, de los resultados del bachillerato (curso 2016-17), en tercer lugar, a partir de la clasificación de escuelas que la oficina “OFSTED” realiza el año 2017 y, finalmente, por el testimonio cualitativo de 11 expertos “con diferentes perspectivas” (2018).
Los autores del estudio opinan que la implementación de medidas de mejora ha sido un éxito y citan como elementos determinantes los siguientes: Calidad del liderazgo, utilización de datos (especialmente procedentes de exámenes), desarrollo profesional del profesorado, apoyo político sostenido durante años e implantación de las escuelas Academia (2002) para escuelas en fracaso, más extendidas en Londres que en el resto de Inglaterra, especialmente a partir de 2010.
Según la organización los resultados más relevantes fueron:
a)      Según los logros en el GCSE (Certificado General a los 16 años):


b)      Según obtención de título s de Bachillerato:

c)      Según informes de OFSTED en 2017:



d)      Según los testimonios cualitativos de los 11 expertos en el año 2018:
Coinciden con las opiniones de la empresa que elabora el informe, Education Development Trust, constatando que el éxito se debe:
1/ A la contratación de profesores excelentes.
2/ Al alto efecto del liderazgo.
3/ A la mejora de la intervención.
4/ Al impacto positivo de las escuelas Academia.
Algunas observaciones que hacer en torno a estos datos, que los autores del informe califican de “gran éxito” debido a la aplicación de los programas antedichos:
                                      I.            El Trust que patrocina y desarrolla el estudio pertenece a la importante red que dirige las escuelas Academia, es decir, obtiene fondos del sistema, es parte interesada.
                                   II.            Los datos expresados en las tablas expuestas (8, 9 y 10), pueden considerarse positivos, pero les falta un tratamiento estadístico para determinar si las diferencias son significativas.
                                 III.            En el caso de la tabla nº.7 (resultados GCSE) los datos muestran progresos tanto en Londres como en toda Inglaterra, y las diferencias no parecen ser muy grandes, salvo en el caso de Londres interior.
                                IV.            No se descuenta ni se habla del factor socioeconómico y cultural (IESC), que como bien se sabe es determinante en el rendimiento del alumnado y suele reflejar diferencias intraescuela y entre escuelas.
                                   V.            En los datos de la tabla 9 (resultados Bachillerato en 2017) las diferencias entre Londres y resto de Inglaterra son más acusadas, pero la falta de referencia al factor IESC hace muy difícil tomar los datos como concluyentes, porque bien podría ocurrir que la población en situación de precariedad económica hubiera desertado del centro de la ciudad ante los altísimos precios de la vivienda, tanto en propiedad como en alquiler, y modificado la composición estudiantil de los centros.
                                VI.            Las diferencias señaladas en la tabla 10 (categorización de la calidad de las escuelas por OFSTED), son relativamente pequeñas y faltaría conocer el tamaño de ellas para poder hacer comparaciones rigurosas, además de que es muy exigua entre las escuelas con buen rendimiento, tan solo de un 10 % (86 versus 76), que probablemente con un buen tratamiento estadístico y descontando el IESC no sería significativa
                              VII.             En lo que respecta a la calificación del liderazgo, en la misma tabla 10, sí se aprecian diferencias claras, a favor de las escuelas de Londres, pero, como se dice en el informe, Londres es el lugar donde más se han extendido las escuelas Academia y, por tanto, se han impuesto nuevas direcciones (liderazgos) con la tendencia impulsada por el Gobierno y las organizaciones que se hacen cargo de estas escuelas.  Por otro lado, si en el resto de Inglaterra el liderazgo de los directores está menos de acuerdo con las directrices gubernamentales, a juzgar por esta categorización, pero, a su vez, la diferencia en la calificación de escuelas con buen rendimiento es pequeña, como se ha dicho antes, podría colegirse que con un liderazgo diferente también se obtienen resultados de rendimiento exitosos, en contra de lo que el informe concluye.
                           VIII.            Nada que objetar a la información cualitativa de los expertos, se entiende que si solo examinan las escuelas de Londres y relacionan todo con el rendimiento en los certificados y el acceso a bachillerato, pueden dar por bueno lo que presenta el informe, pero ya se ha dicho anteriormente que a los datos les falta algo más para decir que son rigurosos.
                                IX.            El “efecto Londres” fue analizado por Simon Burgess (2014)[3], profesor de la Universidad de Bristol, para negarlo o, en todo caso, reducir su intensidad y habla, por un lado, de que no se ha tenido en cuenta la composición socioeconómica de los ciudadanos de Londres, en segundo lugar, que la población blanca de Londres obtiene resultados similares al resto de Inglaterra y, tercero, que la población étnica (60 % aproximadamente) de Londres está mucho más motivada por la escuela como consecuencia de sus aspiraciones de alcanzarun estatus superior, consiguiendo mejores calificaciones (Burgess y Heller-Sahlgren, 2018)[4]. Y lo sostiene con datos.
En definitiva, la investigación analizada adolece de falta de metodología para discernir con rigor sobre el significado de los datos y le sobra la exagerada satisfacción que pone de manifiesto.
En el siguiente artículo abordaremos investigaciones sobre el liderazgo educativo en culturas diversas.



[2] Cowen, R. (2005). El sistema educativo inglés. En Prats, J., Los sistemas educativos europeos ¿Crisis o transformación? pp 66-87.
[3] Burgess, S. (2014) Understanding the success of London’s schools, Bristol: Centre for Market and Public Organisation. Disponible online: http://www.bristol.ac.uk/media-library/sites/cmpo/migrated/documents/wp333.pdf
[4] Burgess, S. and Heller-Sahlgren, G. (2018) Motivated toSucceed? Attitudes to Education among Native and Immigrant Pupils in England, Bonn: IZA Institute of Labor Economics Discussion Paper Series [Disponible online: http://ftp.iza.org/


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