Prácticas
docentes y rendimiento del alumnado
De manera reiterada al hablar de
educación y de escuelas, se dice que una de las pocas cosas que podrían
resultar familiares a una persona que hubiera fallecido hace 100, 200 ó 400
años y volviera a vivir entre nosotros, sería la escuela, porque, suponen los
que tal dicen, esta institución habría cambiado tan poco que sería fácilmente
reconocible. Evidentemente este aserto es una generalización exagerada y le
faltan muchos matices, aunque algunos aspectos siguen vigentes, incluso desde la
Grecia clásica, especialmente aspectos como, la relación enseñante/aprendiz, la
comunicación, el ambiente, el compromiso, el esfuerzo, la recompensa, etc.
¿Podrían considerarse las estrategias
educativas o prácticas docentes como una dimensión de la cultura
organizacional? ¿Puede formar parte este concepto de una, llamada por algunos,
“cultura escolar”? A mi entender la práctica educativa del profesorado,
entendida como constructo para estudiar, puede definirse operativamente de
distintas maneras y una ellas podría ser
esta “conjunto de procedimientos que utiliza un o una docente en orden a
conseguir unos objetivos de aprendizaje del alumnado del que es responsable”.
Al tratarse de profesorado que actúa dentro de un grupo y para grupos de
alumnos, podría decirse que, en conjunto, sus prácticas docentes tienen un
cierto denominador común, que persiste en el tiempo y puede suponerse que
forman parte de una cultura organizacional (Efeoglu y Ulum, 2017)[1]. Es
posible que la “Academia” no esté de acuerdo con este planteamiento, pero en mi
opinión puede aportar algo a la comprensión de lo que ocurre en los centros
educativos.
La dificultad para su estudio y para
establecer relaciones con otros constructos estriba en que los procedimientos
que utiliza cualquier docente suelen ser variados y es difícil agruparlos en
una sola categoría. En todo caso, bien sea central o tangencialmente sí podría
decirse que muchos de estos procedimientos forman parte del acervo profesional
de muchos enseñantes, algunos son casi ancestrales y otros más modernos, en
algunos casos pertenecen a una cultura de centro y en muchísimos otros son de
exclusiva pertenencia individual o de pequeño grupo.
A la vez, tampoco puede decirse que haya
mucha investigación específica al respecto y la que hay es controvertida. Así
se podrá comprobar en las dos investigaciones que se comentan y critican a
continuación, referidas al ámbito español con datos obtenidos del informe PISA
2015. Aprovecho para recordar que el informe PISA 2015 tuvo como materia
principal de estudio el área “científica” del currículo del alumnado de 15 años
(en España[2]
participaron 980 centros y 37205 alumnos, del conjunto de Comunidades
Autónomas). Por otro lado, se incluyó por primera vez en el estudio un
cuestionario de prácticas educativas de los profesores, de carácter voluntario,
que fue más específico para el profesorado de Ciencias[3], lo
que ha permitido a algunos investigadores relacionar los resultados del
alumnado con esas prácticas educativas del profesorado.
Los profesores Gil, Cordero y Cristóbal
(2018)[4], con
datos del Informe PISA 2015, referidos al ámbito español, contemplan la
relación entre los resultados del alumnado en Ciencias y la información
aportada por el profesorado, que de forma voluntaria ha querido responder al
cuestionario sobre sus prácticas docentes. En la parte del profesorado utilizan
“indicadores de centro” agrupando las respuestas del profesorado de Ciencias
(10 por centro o la correspondiente proporcionalidad cuando se trata de centros
pequeños) presuponiendo que los profesores
de un mismo centro tienden a utilizar las mismas estrategias docentes, es
decir, se suman las respuestas del profesorado y se construye el estilo de
centro (cultura de enseñanza), a pesar de que los 35 alumnos que se examinan en
cada centro pertenezcan a clases distintas.
Para lo que aquí
interesa resaltar vamos a considerar la parte de la investigación que
dicotomiza la muestra del profesorado en
clásicos e innovadores. Para ello
elaboran unos indicadores (variables) que los definen a partir de las numerosas
preguntas del cuestionario al respecto, que si damos por buena la opinión de De
la Orden y Jornet (2012)[5],
habría que relativizar, dada la
deficiencia de los cuestionarios que emplea PISA para recoger los datos de
carácter contextual, lo cual podría dificultar un correcto análisis de la
realidad educativa y conducir a conclusiones erróneas (aunque esta opinión
no se refiere a los cuestionarios contextuales de 2015, puesto que su artículo
se publicó en 2012):
Clásico
|
Innovador
|
El
profesor explica conceptos científicos
|
Se
anima a los estudiantes a sacar conclusiones
|
Se
discuten las preguntas formuladas por los estudiantes.
|
Los
estudiantes tienen oportunidad de exponer sus ideas.
|
Los
estudiantes elaboran informes sobre sus prácticas en el laboratorio
|
Se
llevan a cabo discusiones en clase
|
El
profesor demuestra en clase una idea
|
Temas
científicos de actualidad son discutidos en clase
|
Aunque la muestra fue de 4286
profesores, en el informe no se aclara exactamente cuántos de Ciencias contestaron
al cuestionario ni a cuántos centros pertenecen. Los resultados, que los mismos
autores relativizan y observan que hay que tomar con cautela, son: ponen de manifiesto que la aplicación de
estrategias docentes tradicionales, en las que los profesores adoptan un papel
protagonista como conductores de las actividades que tienen lugar dentro del
aula, contribuye a mejorar significativamente el rendimiento educativo,
mientras que el uso de estrategias innovadoras con las que se pretende implicar
en mayor medida al estudiante, promover el uso de las nuevas tecnologías de la
información, y estimular el pensamiento crítico, no tienen una incidencia
significativa e, incluso en algunos casos, pueden hacer que los resultados sean
peores.
Con todo el respeto para los
investigadores por el esfuerzo realizado, este trabajo, por mucha formulación
matemática que se haya utilizado, presenta, a mi juicio, varias carencias: a)
Las preguntas que hace PISA al profesorado no parecen suficientes para
encuadrar al profesorado en esas dos categorías; b) En el artículo no se
concretan datos de interés como el número exacto de profesorado de Ciencias
participante, a cuántos centros pertenecen, ni si son públicos o privados,
urbanos o rurales, etc.; c) Se dice que ha de haber contestado el cuestionario
el 20% del profesorado de Ciencias para poder establecer el estilo de centro y
no se dice en cuántos centros solo se ha llegado a obtener esa mínima
respuesta, que por principio parece difícil que sea suficiente para llegar a las
conclusiones que llegan; d) La mayor parte del profesorado utiliza prácticas
clásicas e innovadoras en su desempeño diario y aquí no se hace referencia a
los tiempos aproximados que se utilizan en cada caso y e) Sería posible que el
profesorado que utiliza procedimientos más clásicos oriente su actividad
especialmente a la reproducción mimética de lo aprendido con objetivo de
conseguir buena nota en un examen, mientras que los más innovadores
probablemente no tendrían en mente un objetivo tan inmediato, sino algo más
global e integrador en que los procesos tuvieran más protagonismo que los
resultados.
En la misma revista que el anterior, se
publica otro trabajo por parte de Álvarez, Carleos, Corral y Prieto (2018)[6] con
la misma intención, es decir, comprobar, en la medida de lo posible, si la
metodología empleada para la enseñanza de las Ciencias (por investigación o
descubrimiento [IBTEACH] versus centrada en los docentes [TDTEACH]) tiene
alguna relación con los resultados de los estudiantes en Ciencias de PISA 2015
de los estudiantes españoles.
En el Volumen II del informe PISA
2015 (OECD, 2016)[7]
se dice que lo que ocurre dentro del aula es decisivo para el aprendizaje del
alumnado y sus expectativas de hacer estudios de tipo científico. Además se
indica que la metodología docente está fuertemente asociada con los resultados
de los estudiantes ya que la enseñanza
dirigida por el docente es una de las variables que más se relaciona con el
rendimiento, obteniendo mejores
resultados en ciencias en todos los países salvo tres. Por otra parte, se
destaca que el empleo de la enseñanza
basada en la investigación está asociado negativamente, con los resultados
en ciencias (en 56 de los países).
Para
comprobar la veracidad de estas afirmaciones los autores presuponen que en cada
centro debería utilizarse un mismo tipo de metodología, para lo cual deberían
verificarse tres condiciones, que por su incidencia en la investigación se
reproducen textualmente: a) La
variabilidad de la percepción, por parte del estudiante, del tipo de enseñanza
dirigida por el profesor debe representar una proporción pequeña de la
variabilidad total; b) La asociación, dentro de los centros, entre la
percepción de la enseñanza dirigida por el profesor y los resultados de
ciencias deben ser menores que cuando se calcula globalmente y c) El índice
socioeconómico y cultural (ESC) debería tener una correlación nula con el tipo
de metodología de trabajo dentro del aula.
En
esta investigación se utilizaron como fuente de datos, las respuestas aportadas por los estudiantes en el cuestionario de
contexto, al contrario que en la investigación previa en que se utilizaron las
respuestas del profesorado.
Enseñanza dirigida por el docente (TDTEACH)
|
Enseñanza
basada en la investigación
IBTEACH
|
El
profesor explica conceptos científicos
|
A
los alumnos se les da la oportunidad de exponer sus ideas.
|
Se
lleva a cabo un debate entre toda la clase y el profesor.
|
Los
alumnos pasan tiempo en el laboratorio realizando experimentos prácticos.
|
El
profesor explica nuestras preguntas
|
Se
les pide a los alumnos que debatan sobre cuestiones científicas.
|
El
profesor demuestra un concepto
|
Se
les pide a los alumnos que saquen conclusiones del experimento que han
realizado.
|
|
El
profesor explica cómo un mismo principio científico puede aplicarse a varios
fenómenos diferentes.
|
|
A
los alumnos se les permite diseñar sus propios experimentos.
|
|
Hay
debates en clase sobre investigaciones.
|
|
El
profesor explica con claridad la importancia de los conceptos científicos en
la vida de las personas.
|
|
Se
les pide a los alumnos que hagan una investigación para comprobar ciertos
conceptos.
|
La muestra comprendió 6756 estudiantes,
sin desagregar por comunidades autónomas, y las conclusiones que presentan los
investigadores, en lo que interesa desde la intención de este artículo, son
textualmente las siguientes:
1) La relación positiva de TDTEACH e IBTEACH que ya
aparece reflejada en el informe PISA y comprobada en este trabajo, tanto
intra-centros como entre-centros, es un resultado difícil de explicar si ambos
índices complejos reflejaran lo que realmente se pretendía medir con ellos.
2) De los datos de la muestra en España no hay ninguna
evidencia sólida que avale la hipótesis de que aquella característica que mide
TDTEACH tenga una asociación positiva en el rendimiento en ciencias.
3) La correlación positiva entre las percepciones de
los estudiantes sobre TDTEACH e IBTEACH, parece avalar la hipótesis de que no
se está reflejando realmente el tipo de metodología con que se imparten las
clases.
4) Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores y
con los datos de España en la encuesta de PISA 2015 no parece posible extraer
ninguna consideración suficientemente fiable acerca de la verdadera eficacia de
la metodología de enseñanza dirigida por el profesor y se da respuesta al
principal objetivo de este estudio. Así las conclusiones obtenidas para el caso
español no responden a la afirmación que se hace en PISA 2015 Results (Volume
II). (OECD, 2017) donde se dice que la enseñanza dirigida por el profesor se
asocia con mayores puntuaciones en ciencias. Es interés de los autores
continuar investigando si estos resultados se producen también en el resto de
países participantes en PISA 2015.
La respuesta a los chocantes resultados
habría que buscarla en algunas presunciones de la investigación que no se
cumplen: a) Se presupone que al estar los profesores agrupados en departamentos
dentro del centro, existe una real coordinación de contenidos y metodología de
las materias, pero este principio quizás peca de un exceso de ingenuidad; b)
Algunos datos sugieren que las respuestas del alumnado son algo extrañas, pues
la elección de la materia sobre la que
valoran el estilo del profesor muchos lo hacen sobre asignaturas que no cursan
y el 38% no determinan ninguna, cuestión que podría indicar que no han
entendido correctamente la pregunta; c) En el mismo sentido, si las respuestas
dan una correlación positiva entre ambos estilos de enseñanza, probablemente
significaría que el alumnado no discierne adecuadamente al optar por una u otra respuesta y, quizás,
lo que ocurre es que el profesorado utiliza ambos estilos sin que sea clara la
opción por uno de ellos; d) El cuestionario de contexto al que responden los
estudiantes está deficientemente construido.
En definitiva, por cerrar este artículo,
habría que decir que no existe evidencia
clara de que un estilo más clásico de enseñanza dirigida por el profesor, menos
innovadora, menos pragmática y experimental para el alumnado, proporcione mejores resultados en ciencias en
el informe PISA 2015.
En el artículo siguiente nos centraremos
en centros eficaces e ineficaces, desde la perspectiva de la “cultura”.
[1]
Efeoglu, I. E. y Ulum, Ö.
G. (2017). Organizational
Culture in Educational Institutions. The
Journal of Academic Social Science Studies, 54 , p. 39-56, Spring I 2017.
[2]
Ministerio de Educación,
Cultura y Deportes (2016). PISA 2015:
Programa para la evaluación Internacional
de los alumnos. INFORME ESPAÑOL. http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/internacional/pisa-2015/pisa2015preliminarok.pdf?documentId=0901e72b8228b93c
[3] OECD (2016), "PISA
2015 Context Questionnaires Framework", in PISA
2015 Assessment and Analytical Framework: Science, Reading, Mathematic and
Financial Literacy, OECD Publishing, Paris.
http://dx.doi.org/10.1787/9789264255425-7-en
http://dx.doi.org/10.1787/9789264255425-7-en
[4] Gil, M., Cordero, J. M. y
Critóbal, V. (2018). Las estrategias
docentes y los resultados en PISA 2015. Revista de Educación 379,
Enero-Marzo 2018, pp. 32-55. https://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/articulos379/02gil.pdf?documentId=0901e72b826f4420
[5] De la Orden, A.
y Jornet, J. M. (2012). La utilidad de
las evaluaciones de sistemas educativos: el valor de la consideración del
contexto. Bordón, 64(2), 69-88.
[6] Álvarez, S., Carleos, C. E.,
Corral, N. O. y Prieto, E. (2018). Metodología
docente y rendimiento en PISA 2015: Ánálisis crítico. Revista de Educación
379, Enero-Marzo 2018, pp. 85-113. https://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/articulos379/04alvarez.pdf?documentId=0901e72b826f4423
[7] OECD (2016). PISA
2015 Results (Volume II). Policies and Practices for Successful Schools. Paris: OECD Publishing. https://www.keepeek.com//Digital-Asset-Management/oecd/education/pisa-2015-results-volume-ii_9789264267510-en#page1
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